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La sombra chinesca
L’ombre chinoise
Georges Simenon, 1932


Un policía sagaz se sirve de cualquier indicio, por menor que este sea para descubrir una trama. En este caso debe descubrir al asesino de un vecino en un edificio de varias plantas y departamentos. Para Maigret, esta investigación resultaba tediosa y aburrida por no poder avanzar ni contar con pistas viables, aunque su instinto le decía que el radio de acción del asesino era muy pequeño. Así que, entre mentiras, ocultamientos y complicidades, recuerda unas sombras proyectadas desde las ventanas del edificio sobre la pared de enfrente para ir conociendo quién es quién en ese domicilio y por supuesto quién miente y tiene motivos para ello.

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