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Ancla 1
Importante personaje
Los personajes de Un mundo de novela

Detective Timothy Cone

Vive como un pordiosero siendo un brillante investigador que además liga con su jefa... sin perder de vista jamás que es un ex Vietnam.
Lawrence Sanders, con este Personaje nos permite incursionar en las compañías de evaluación de riesgos empresariales a las que consultan distintas empresas antes de fusionarse, expandirse o comienzan a tener extraños comportamientos bursátiles que encienden la luz de alarma en sus directores.
Haldering y Compañía fue fundada hace apenas cuatro años y su director, Hiram Haldering —un ex agente del FBI— no espera, por ende, que se le presenten asuntos multimillonarios en los que estén comprometidas empresas químicas, petroleras o del acero. Pero como él mismo suele decir, «hay que caminar antes de remontar vuelo», frase que nadie entiende demasiado, salvo él. Esta es la empresa en la que presta servicios el investigador estrella Timothy Cone, nuestro personaje. Estrella porque resuelve los casos más problemáticos de la empresa, pero también "estrella" al figurar siempre en la lista de "prescindibles" por su comportamiento carente de disciplina, aspecto desaliñado y por meterse en líos en los casos que le son confiados que si bien resultan en notorios beneficios para la compañía transitan enredos y sustos de envergadura para Hiram Haldering, su propietario conservador, carente de ideas de cómo abordar temas complejos a pesar de su pasado por el FBI. Hoy es un hombre bastante inútil, con muchos kilos de más al punto de sudar en pleno invierno tan sólo para subir al primer piso por la escalera hasta su despacho. Parece que lo único que le ha quedado del FBI son su pasión por los fuera de contexto organigramas y la innecesaria cadena de mandos. Haldering dividió a su personal en tres categorías: los abogados, los contadores y los detectives. Al frente de cada división hay un supervisor. Samantha Whatley dirige a los investigadores y es por supuesto el jefe inmediato y a quien debe rendir cuentas de su actividad Timothy Cone. Pues bien, si volvemos a la desechable y criticable apariencia y hábitos de Timothy Cone para los gustos de Haldering es hora de comentar que la base de las oficinas de esta empresa se halla en un ruinoso y desastroso edificio de la calle John de la ciudad de Nueva York, con servicios que nunca funcionan adecuadamente, un ascensor con permanente cartel "fuera de servicio" y que está en la lista de edificios a demoler ni bien algún urbanista pueda despejar el sitio. Quizás Timothy Cone en su apariencia es lo mejor que publicita el lugar considerando además sus resultados de primera.
¿Quién es éste Timothy Cone?
Es un tipo huesudo que nunca aprendió a afeitarse bien, de modo que su mentón ostenta siempre un tono azulado. Es alto y encorvado y camina con paso algo torpe, como el de un granjero, aunque nació en Brooklyn. Tiene nariz afilada y orejas grandes y caídas.
Nadie lo acusó jamás de ser buen mozo, pero cuando sonríe (muy rara vez) su fealdad se suaviza. Muy pocos lo han visto reír. Va por la vida con los hombros caídos, llevando sobre sus espaldas una carga que no es capaz de definir. Pero es de carácter huraño, y constantemente se sorprende cuando le suceden cosas agradables. Espera el fin del mundo en cualquier instante. No obstante ser un indisciplinado en su trabajo Cone cree que el funcionamiento del mundo se basa en el acatamiento de las reglas generales que definen nuestra civilización... nadie puede ir por ahí haciéndole daño a gente inocente sin recibir su apropiado y justo merecido. Es bebedor de Vodka al cual accede a veces con demasiada frecuencia y un terrible fumador al punto de encender un cigarrillo con la colilla del otro.
Cone vive en una buhardilla, en el sexto y último piso de un edificio del bajo Broadway, entre las calles Spring y Broome. Es una enorme habitación con paredes agrietadas. Pila, cocina y bañera quedan a la vista; sólo el inodoro está escondido dentro de un armario. En el techo se ven las cañerías desnudas de un sistema para combatir incendios. Si bien hay una claraboya, está tan inmunda que lo mismo podría haber sido una persiana de acero por la luz que deja filtrar. Uno de los cristales está roto y el hueco tapado con una camiseta vieja.
En el suelo hay un simple colchón, puesto que Cone nunca se decidió a comprar una cama. Un destartalado escritorio hace también las veces de mesa de comedor. Lo acompañan unas pocas sillas insignificantes y una cómoda que encontró en la calle y subió a su casa. El único adorno es una litografía de Washington cruzando el río Delaware. Estaba allí cuando alquiló la buhardilla y nunca la ha quitado. Su única compañía en esa buhardilla es su gato Cleo, originariamente era un macho, pero Cone lo hizo castrar y luego lo bautizó Cleo, por Cleopatra. El felino más horrible y menos seductor que podía existir y también la interesada y cariñosa compañía al llegar.
Su reserva de alimentos se halla en su minúscula heladera que apenas le llega a la cintura. "Hay una costilla de cerdo frita, dura como una piedra; un frasco de café instantáneo; un pedazo de queso cubierto ya de moho verde; un paquete sin abrir de carne de pavo. Hay también cuatro latas de cerveza «Budweiser», una botella de borgoña, un tomate blando y una planta de lechuga ya marrón...", es lo habitual y generalmente sólo cambia el tipo de producto que ha encontrado la fermentación en esa heladera.
De su paso por Vietnam trajo varios recuerdos de los cuales prefiere no hablar y algunos que no puede ocultar, una muy visible lacerante herida en su abdomen, un eccema en las axilas y alrededor de los testículos y una infección micótica en las manos y entre los dedos de los pies. Su piel, clara, pecosa es de aspecto enfermizo, y las drogas maravillosas de los médicos de nada le servían. Fue entonces cuando un viejo sargento de artillería le indicó lo que debía hacer... Tenía que frotarse el cuerpo entero con uno de esos cepillos de cerda dura que se usan para limpiar los suelos de los cuarteles. El jabón tenía que ser antiséptico, de color amarillo, de ese que desprende un olor fortísimo. Tras restregarse hasta el último centímetro de piel, enjuagarse y secarse con minuciosidad, se pasaba por el cuerpo almidón de maíz. Un remedio loco, que sin embargo lo curó de la molesta erupción.
Una vez regresado a su país, los hongos tardaron dos años en desaparecer. No obstante, una vez al mes seguía dándose uno de esos baños en los que se frotaba con cepillo duro y jabón amarillo, para luego espolvorearse con almidón de maíz.
Timothy Cone es todo lo que comentamos según la descripción que de él se hace en sus propias historias y mucho más... Inicia una investigación de una determinada empresa o de sus socios para avalar algún cambio en el status, compra, venta, etc. y su olfato comienza a intranquilizarlo ni bien huele algo podrido bajo la calma de una simple o gran compañía. Es extremadamente sagaz, intuitivo y constante en su trabajo. Una vez identificada la presa se comporta como un predador que no ceja en su empeño hasta acabar con ella... y llegar al fondo de la cuestión. Entonces aplica su conocida regla..."nadie puede ir por ahí haciéndole daño a gente inocente sin recibir su apropiado y justo merecido."
En sus historias sólo se relaciona con Samantha Whatley, su jefe y también su secreta tórrida amante.
También con Neal K. Davenport, el detective de Wall Street que no es su amigo, sólo se hallan cercanos cuando sus investigaciones se mezclan con delitos mayores y entre ellos existe ahora una relación entre confianza y desconfianza, pero relación al fin... "¿Estamos del mismo lado, no?".
Cone ve en él a un gordo que es capaz de mascar chicle y beber vodka al mismo tiempo, pero se da cuenta de que debajo del jersey hay músculo duro. Davenport tiene cara de bebedor, las típicas venitas rojas y la nariz hinchada, pero los ojos son de mirada clara y penetrante.
En cambio, de su secreta novia Samantha Whatley, nos enteramos que es delgada y alta, con la silueta de una nadadora y los músculos de una gimnasta. Tiene facciones muy definidas, su mentón es pronunciado y sus ojos, de color verde azulado, no son en absoluto cálidos. Pecho plano y nada de culo. Lleva recogido su largo pelo castaño rojizo.
Sus antecedentes incluyen cuatro años en el Ejército de los Estados Unidos, tres en el Departamento de Policía de Nueva York y dos como investigadora privada. Tal vez no sea muy femenina, pero no se puede negar su capacidad profesional.
Soy fans de este tipo jodido pero leal y eficiente en su tarea. Sus historias corren sin aburrimiento posible, llenas de ironías y sarcasmo hacia las convenciones sociales y lo que muchas veces se espere de los semejantes. Timothy Cone no es de los que fallan o deja en la estocada a un inocente. Tampoco duerme si uno de los malos se le ha escabullido... excelente personaje, lástima su breve paso por la novela negra y también por nuestra propia vida...

Cabecera


SERIE
En total las historias de Timothy Cone son seis contenidas en dos libros.

LOS ARCHIVOS DE TIMOTHY (The Timothy files, 1987)
El detective de Wall Street
La calesita de la vida
La cofradía de primos

LOS ARDIDES DE TIMOTHY (Timothy's game, 1988), (también llamado "Los juegos de Timothy)
Corre, Sally, corre
Las cosas al descubierto
El plato fuerte


SINOPSIS

LOS ARCHIVOS DE TIMOTHY
Timothy Cone trabaja en una agencia de detectives de Wall Street que se encarga de investigar a las empre­sas con las cuales sus clientes contemplan realizar fu­turos negocios. Es un tipo decidido, con un olfato infa­lible para detectar lo que huele mal, incluso en los círculos más refinados: el clan de constructores millo­narios, por ejemplo, cuyo pasado esconde drogas, in­cesto y quizás, asesinato. O la clínica de fertilidad, es­pecializada en dar la vida y, según sospecha Timothy, también en quitarla. O el siniestro trust de Medio Oriente, que incluye compañías financieras y galerías de arte.
Son tres casos diferentes y difíciles, que Timothy intenta resolver con la ayuda de varios excéntricos co­laboradores. Un nuevo gran best seller del consagrado Lawrence Sanders.

LOS ARDIDES DE TIMOTHY
Timothy Cone, recordado protagonista de Los archi­vos de Timothy, conoce Wall Street como nadie. Su manera de vestirse no es inmaculada y no siempre suele estar sobrio, pero es un detective duro y sagaz, que se mueve como pez en el agua en el submundo de las finanzas neoyorquinas.
Timothy se enfrenta ahora con tres nuevos casos, todos igualmente peligrosos: la mujer audaz que tra­ma un ingenioso golpe especulativo; el asesinato de un empresario megalómano, odiado por muchos, pe­ro muerto por una sola persona; y el caso de la empresa de productos alimenticios china, amenaza­da por complicadas rivalidades mafiosas.
«Los ardides de Timothy» combina diversos caracte­res y los ambientes más inusitados en un poderoso coctel de acción e intriga, ágil y entretenido.

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